La casa Encantada
Género: Terror/Miedo
Érase una vez un par de niños qué, eran aventureros de corazón y les encantaba la exploración urbana, así qué un día decidieron explorar una antigua casa abandonada que se encontraba en el centro de la ciudad, la gente decía que en esa mansión habían muchos fantasmas, así que nuestros protagonistas José y Marcos se prepararon, tomaron una mochilas con todo lo que necesitarían y partieron en rumbo a la misteriosa casona, cuando llegaron al lugar se dieron cuenta que la casa era mucho más vieja de lo que pensaban, y era de hecho, un montón de madera vieja y podrida, aunque eso no los detendría, entraron y con muchísimo cuidado y cautela avanzaron por el lugar. Alumbraban con sus linternas cada objeto de interés, pero se fueron sintiendo cada vez mas decepcionados ya que no encontraban nada cómo lo que se describía en las historias que les contaban sus amigos, ''Las cosas se mueven solas, oyes voces en el viento, las pinturas te siguen con la vista'' pero nada de eso había sucedido aún, y ellos ya se sentían engañados, porque creían que simplemente les habían ''troleado'' en sus propias palabras. -Oye José, esto no es lo que esperaba- dijo Marcos -YO NO LO CREO, A MÍ ME PARECE QUE ESTO ES GENIAL- -¿En serio?- -Oye, yo no dije eso, quien habrá sido- respondió José. Durante un instante, los amigos se rieron del asunto, asta que se dieron cuenta que oír una voz era exactamente lo que ellos querían, así que pusieron manos a la obra en busca de algún otro fantasma. Al explorar mas a fondo la casa, encontraron un pasadizo secreto, y al otro lado, un pasillo, caminaron por el largo pasillo, mientras la oscuridad parecía consumirlos a cada paso, al final del pasillo había una enorme puerta con detalles dorados. Los dos amigos abrieron la puerta con mucha dificultad, y dentro encontraron a un hombre con capucha, quien les dijo, en una voz rasposa y vieja:
-¿QUIEREN UN DULCE?, NIÑOS-
En ese momento el hombre se dio la vuelta y se quitó la capucha revelando así que él no tenía cabeza. Los niños asustados salieron corriendo de la mansión, y prometieron jamás volver a explorar ningún lugar abandonado jamás. FIN
moraleja: No entres a un lugar al que no debes
Piola
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