Creepypasta: La Mujer | parte 1

William se encontraba allí, sentado en el suelo de su dormitorio, mientras aquella extraña voz le susurraba cosas indescriptibles al oído. El no podía entender por qué aquella demoníaca entidad había decidido atormentarlo específicamente a él, de entre todas las personas en el mundo. La voz parecía venir de todas partes al mismo tiempo, pero William sabía muy bien que su origen se encontraba en la oscura figura parada afuera de su ventana, que lo observaba en silencio con unos ojos vidriosos. Lo que William no sabía era de dónde había salido tan horripilante ser, puesto que nunca había sido la clase de persona que se relaciona con lo paranormal, de hecho, sentía un profundo rechazo a todo lo relacionado con el terror. Tal vez, lo que había atraído a esta bizarra aparición a su vida fue el extraño experimento que había intentado hace poco, que claramente había fallado. Había pasado hace unos nueve meses, cuando leyó algo relacionado con crear una criatura en tu mente, la gente en internet le llamó Tulpa y dijo que se trataba de una tradición de los nativos Americanos, y lo único que se debía hacer era imaginar a lo que sea que quisieras crear con suficiente fuerza y emoción como para darle vida dentro de tu mente. A William le pareció hilarante que alguien realmente pensara que algo así fuera remotamente posible, así que intentó crear una réplica de un personaje aleatorio siguiendo las simples instrucciones que había encontrado en línea, tratando así de traer a la vida a un personaje de dibujos animados, lo cual falló, así que él concluyó que se trataba únicamente de una leyenda y no le puso más atención. 

Pasaron las semanas, y una noche como muchas antes, William se encontró acostado pensando en una chica a quien vio durante sus vacaciones hace años y jamás había logrado olvidar, aquella hermosa dama había capturado su atención y siempre pensaba en ella, profundamente enamorado, preguntándose si alguna vez la vería otra vez. Sus plegarias fueron escuchadas, puesto que al siguiente día alguien llamó a la puerta, y era esa misma mujer, ella le saludó cortésmente y le dijo que se acaba de mudar al apartamento de al lado. Ella prácticamente se invitó sola, entrando al lugar sin esperar a que le dieran permiso, pero a William no podría importar menos, porque ella estaba ahí. Y así William creía cultivar una relación con esta hermosa mujer. Pero el tiempo pasó, y día tras día, su presencia se volvía ligeramente más oscura y pesada, como si algo más viniera con ella, hasta que un día, ella no apareció más.